Esta semana va a estar marcada por las protestas sindicales a la acción del gobierno, primero la convocatoria de huelga de funcionarios el día 8 de junio para protestar contra el recorte salarial y segundo las negociaciones para la reforma laboral que tienen fecha tope para alcanzar un acuerdo que hasta la fecha se vislumbra imposible.
Ya me imagino el semblante de Zapatero de estos días, cariacontecido, gesto serio, contenido, acorde con las circunstancias, dejando de lado esa sonrisa suya tan característica llena de optimismo que nos ha sacado de quicio en más de una ocasión. Tendrá que vérselas con los sindicatos que hasta ahora le han tratado con verdadero mimo y va a ser interesante conocer la fuerza de su crítica al gobierno. Son muchas las voces que se oyen estos días echando en cara a los sindicatos su connivencia con el Gobierno y con Zapatero durante estos dos primeros años de crisis. Su silencio y su falta de movilización mientras se iban destruyendo miles de empleos ha sido para muchos algo más que incomprensible y es posible que de cara al futuro esta actitud les pase factura.
A los sindicatos se les echa en cara que han preferido mantener la paz social para no dar armas a la oposición política mientras una gran masa de trabajadores lo pasaba muy mal y no ha sentido su apoyo. Les ha faltado contundencia al exigir al Gobierno que adoptara medidas que de verdad frenasen el desempleo en estos dos años y ahora que han decidido movilizarse ya no resultan creíbles.
Es cierto que estamos ante una administración sobredimensionada y cada vez más se habla la necesidad de aprovechar el momento para acometer reformas estructurales en la administración, pero que nos quede muy claro que los sindicatos han contribuido en gran medida a que así sea, cuando año a año, negociación tras negociación han exigido siempre aumentar la oferta pública de empleo, aumentar el número de funcionarios exigiendo que cualquier actividad de la administración fuese llevada a cabo por ellos.
Por eso digo que va a ser interesante asistir a la movilización de los sindicatos cuando muchos trabajadores españoles sienten desapego y hasta rechazo por estos “sindicatos” que dependen tanto de las subvenciones oficiales para subsistir, que a veces se preocupan más por causas ajenas al mundo laboral como en el caso del juez Garzón y que cada día están más burocratizados y politizados.
A la crisis económica se va a unir la crisis sindical.