Fin de curso

Aunque parezca increíble, ya estamos en junio y el curso 2009-2010, que comenzaba varios meses atrás, toca ya a su fin. Para la mayor parte de los jóvenes españoles ésta será la última semana del curso antes de las vacaciones Algunos de ellos, los más pequeños,  la pasarán sin pena ni gloria,  mientras que los mayores  tienen por delante una semana dura de exámenes finales antes de poder dar carpetazo al curso.

Muchos universitarios, al haber suprimido los exámenes de septiembre con la aplicación del plan de Bolonia,  también tendrán que seguir estudiando hasta  la primera semana de julio. Así que unos y otros tienen mucho que trabajar  estos días, organizarse bien y concentrar sus esfuerzos en la tarea ya que es mucho lo que se juegan.

En el papel de madre que me toca con hijos en distintas etapas me enfrento a una semana complicada, tengo que  estar ahí, cerca  para que no se desmanden, “aguantarles” los nervios y, sobre todo,  estar disponible para ayudar en lo que sea necesario y en lo que me dejen.

Reconozco que al verlos estudiar me viene una y otra vez a la cabeza cuestiones relativas al futuro que les espera y  no puedo dejar de pensar en la situación de crisis en la que nos encontramos, no sólo económica sino también social, de valores y  principios. ¿Para qué se están preparando? ¿Estarán suficientemente formados? ¿En qué podrán trabajar? Son preguntas que yo me hago y seguro que se harán muchos padres. He escuchado últimamente a más de un experto en economía decir que es posible que nuestros hijos vivan peor que nosotros y eso es algo a lo que  no estamos preparados y, lo que es peor, a lo que no les hemos preparado.

Nos enfrentamos, por tanto,  a una  situación  nueva llena de incertidumbres laborales, económicas y vitales.  No entra en nuestra cultura ni en nuestros planes que nuestros hijos no tengan lo que nosotros hemos tenido ya que  hasta ahora las sucesivas generaciones superaban a sus padres en conocimientos y, sobre todo, en calidad de vida.

La crisis nos va a cambiar a todos y en algunos casos será para bien. Sin darnos cuenta hemos creado una sociedad acomodada, llena de derechos y con pocas responsabilidades, con unos jóvenes sobreprotegidos y con unos adultos siempre mirando al “papá estado” para que  resuelva nuestros problemas. Ahora nos toca cambiar, tenemos que volver a la cultura del trabajo y del esfuerzo para poder dejar a nuestros hijos un mundo mejor, quizás con menos cosas,  pero un mundo más rico en valores y oportunidades. Asumamos cada uno nuestra responsabilidad porque todos somos parte del problema y todos somos la solución.

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