El Zapaterazo. La negociación: el fin de ETA

Reproduzco una información que publica Diariocrítico.com, al comentar una reseña del libro «El Zapaterato. La negociación: el fin de ETA», escrito por los periodistas Fernando Jáuregui y Manuel Ángel Menéndez.

Lo que sigue a continuación son algunos extractos del libro, referidos en este caso a las exigencias etarras para manipular, incluso, un posible referéndum en Navarra.

“Durante el periodo estival [de 2006], y a pesar de la contestación interna, ‘Josu Ternera’ siguió siendo aún el interlocutor de Eguiguren y Moscoso, pero el 26 de septiembre, cuando se inició la nueva ronda negociadora también en Suiza, ambas partes se habían deparado sorpresas mutuas.

En primer lugar, la representación gubernamental incluyó por primera vez a un duro negociador, el abogado socialista José Manuel Gómez Benítez, a quien ya hemos citado en varias ocasiones, especialmente al hablar del ‘caso Faisán’; un hombre con una paciencia muy limitada y con instrucciones muy precisas de Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero los etarras también habían cambiado: a la reunión se incorporó el duro entre los duros Francisco Javier López Peña ‘Thierry’, con nulo talante conciliador y con el objetivo de ‘o todo o nada’. Moscoso y Eguiguren se miraron con gesto preocupado: el interlocutor ya no era ‘Josu Ternera’, que se sentaba ahora en un lado de la mesa mientras ‘Thierry’ ocupaba el centro –lugar predominante- de la delegación etarra.

Francisco Javier López Peña (Galdakao, Vizcaya, 1958), conocido por los alias de ‘Bartolo’, ‘Zulos’, ‘Pierre’, ‘Marcel’ y ‘Thierry’, controlaba los zulos de ETA desde 1993, año desde el que pertenecía a la cúpula terrorista, y a comienzos de 2006 se había hecho con la jefatura del aparato militar etarra. Junto a otros dos durísimos pistoleros, Garikoitz Aspiazu ‘Txeroki’ y Aitzol Iriondo ‘Gurbitz’, había conseguido imponer sus tesis contrarias a una negociación que consideraba que podría conducir a una rendición ‘vergonzosa’. Es decir, que derrotó internamente las tesis pactistas de José Antonio Urrutikoetxea ‘Josu Ternera’. Su asistencia a esa reunión y el hecho de que ocupara el centro de la mesa, desplazando a ‘Ternera’, eran, sin duda, muy malos augurios.

Durante las nuevas sesiones, ‘Thierry’ llevó la voz cantante y ‘Ternera’ se mantuvo en permanente e inalterable silencio. El inicio de la reunión fue espectacular: ‘Thierry’ comenzó reprochando que la declaración de Zapatero en el Congreso de los Diputados (29 de junio) no se había atenido a lo pactado, dado que, según el etarra, había incluido ‘elementos ajenos’, tales como el establecimiento de la Constitución como tope o la ratificación de la Ley de Partidos Políticos, incurriendo en “una total falta de credibilidad”. Eguiguren replicó que el mensaje de Zapatero suponía una especie de ‘Downing Street’ –el acuerdo Londres-Dublín sobre el proceso norirlandés- que “a Batasuna le gustó mucho”.

La alusión a Batasuna encrespó aún más a ‘Thierry’, pero Eguiguren y Moscoso iban acompañados de un correoso Gómez Benítez que no estaba dispuesto a dejar pasar ni una –las instrucciones de Rubalcaba eran muy precisas- y que llevaba su propia lista de reproches: criticó con su peculiar voz y estilo los “muy negativos” comunicados de ETA y puso sobre la mesa el incremento de la kale borroka, las cartas de extorsión a empresarios o la presencia de miembros de ETA en actos abertzales. El enfrentamiento fue total: ‘Thierry’ replicó citando las “33 maniobras militares de las fuerzas armadas españolas” y, sobre todo, refiriéndose a los presos etarras enfermos en las cárceles, cuya excarcelación exigía como un gesto mínimo, al margen de que la cuestión global fuera abordada en la ‘mesa técnica’.

Las intervenciones de Gómez Benítez y López Peña fueron adquiriendo tonos graduales de alta tensión que intentaban frenar con diplomacia los mediadores internacionales. En un momento dado, la representación socialista reclamó un nuevo comunicado de ETA conteniendo un salto decisivo para la negociación, pero la banda replicó con un rotundo “no vamos a dar ningún cheque en blanco” que no dejaba lugar a dudas -y ello pese a que ya se estaba reuniendo de forma paralela la ‘mesa política’ en el santuario de Loyola-. En Suiza quedó claro que ETA ya había variado su posición y que no iba a aceptar dialogar con el Gobierno sólo en cuestiones relativas a la situación de los presos.

– “Si vuestra intención es llevar a cabo una negociación técnica nos vais a tener enfrente otros 40 años”, dijo ‘Thierry’, a lo que los representantes gubernamentales respondieron que nunca se había pensado ‘paz por presos’, pero que las ‘cuestiones políticas’ se debían abordar en la mesa tripartita de Loyola

Cuando las tensiones rebasaban todos los límites, Eguiguren terciaba, utilizando de forma muy hábil una técnica que le reportaba inmejorables resultados: discutía también a viva voz con ‘Thierry’, pero utilizando un euskera tan perfecto que el etarra no podía seguirle. Los etarras le tenían que pedir finalmente que, por favor, hablara en castellano, que era la lengua que entendían todos…

La lengua, sí, pero no eran entendibles –ni desde luego digeribles- algunas de las ideas imposibles de los etarras. Como cuando se abordó el espinoso tema de Navarra y Moscoso planteó que los referendos pueden perderse, y más ése en concreto, en el que los navarros tendrían que decidir su incorporación a Euskadi. La respuesta de ‘Thierry’ les dejó helados:

-“¿Ah, eso? A ver si creéis que no sabemos cómo ganasteis el referéndum OTAN”.

El etarra no sólo había lanzado una acusación falsa, sino que demostraba un absoluto desconocimiento de la realidad democrática y planteaba, además, un juego de póquer en el que las mismas reglas fijaban la necesidad de hacer trampas.”

Y, algunos criticaron la oportunidad de la manifestación.

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